Nueva colocación de sitio.

¿Y el payaso de Juanma en la tutoría? Me lo cuentan y no me lo creo. No puedo con ese imbécil. ¡Y a principio de curso ya digo eso!. No sé cómo voy a hacer para sobrellevar esta carga, mejor dicho: saco de patatas a la espalda. Uf, lo que ha hecho hoy no tiene nombre. Pregunta la tutora que quién se quiere cambiar de sitio. Ella muy en plan de ayudarnos y todo eso. Maldita la gracia que me hizo la preguntita. Se podía haber preocupado por otras cosas y no por el sitio en el que nos había colocado en la primera semana de curso. Tuvo que levantarse Juanma (¿por qué tiene esa costumbre de levantarse para preguntar a los profesores? Este es un plasta). " Yo quisiera que me cambiara de sitio porque aquí no veo el encerado, no me puedo concentrar en las clases con Miguel hablando todo el rato conmigo y enredando" (¿Se puede ser más acusica y mal compañero?). Y ella, la profesora escuchando las majaderías de unos y otros. Y yo con dolor de cabeza por el ruido imperante en aquella jaula de grillos en que se convirtió la maldita clase de 1º D. Yo estaba sentada en primera fila con Olga. No nos movíamos por si las moscas. Ni piábamos. Nos encanta estar juntas y ayudarnos en las asignaturas. Desde el colegio estamos juntas y nos llevamos genial. Pues ahora estamos una en una punta y otra en la otra... Maravilloso. Y a mi lado el petardo de Juanma. Bien cerquita del encerado, para que el cegarruto este se empape de los números en matemáticas. La que me espera es morrocotuda. Desesperante el pobrecito. Y Olga ha ido a caer junto a su enemiga acérrima: Cristina de Miguel. No me podía creer lo que estaba viendo. Si hubiera ido al lado de la otra Cristina, la chica nueva que ha llegado de Madrid y se la ve maja, pero no, al lado de la repelente repetidora que suspende hasta el recreo. Qué burrita debe ser y hortera, no digamos. Olga está que trina, pero se ha callado, ni un comentario a la tutora. Ha aprendido la lección. Por protestar le podían haber puesto con Manuel Vigo, el macarra auténtico que se sienta apartado de todos, al fondo de la clase, sin llevar libro ni cuadernos y que cuentan que lleva navaja escondida. Quién sabe lo que llevará en los bolsillos de los pantalones zarrapastrosos que se pone. Otro repetidor a cual más grosero y bestiajo. Miedo me da sólo con mirarlo. Como para sentarse una todo el día a su lado. Y además es de los que tiene alergia al agua y al jabón, porque es un poema el cante que pega el chaval. Mejor así. Olga tuvo un encontronazo con Cristina en educación física porque le dijo al profesor que Cristina se había parado muchas veces en la prueba de resistencia aeróbica que ella vigilaba durante esa clase. No veas cómo se puso de gallo la dichosa niña. Que ella había hecho los doce minutos sin parar, que Olga era una mentirosa. La que liaron en mitad de la pista de atletismo mientras D. Julián anotaba el resultado de toda la clase. Las miradas asesinas se prolongaron desde ese día y no se pueden ver la una a la otra. Ahora se tendrán que sentar juntas y no harán más que ignorarse una a la otra y ya está. No como yo que con Juanma al lado no podrá hacer otra función que decirle la página que ha dicho el profesor, prestarle los ejercicios corregidos en la pizarra porque no le da tiempo a copiarlos al ritmo de los demás, porque está enredando con el sacapuntas,los lápices, el corrector, sabe Díos con qué, el muy peñazo me trae frito en un día de clase, qué será de mí , hasta final de curso con esta tortura.

Principio de curso.

Me ha tenido que tocar el mismo profesor del curso pasado. Ya es mala suerte que de cuatro que son, tenga que volver a ver el careto de éste durante otro año más. Ay, cuando se lo diga a mi madre. La pobre vino a cantarle las cuarenta a final de curso cuando vio que me había suspendido él, el otro y el de más allá; y la educación física fue la guinda. Por no presentar un trabajo escrito cuando estuve con la escayola en la pierna. Vaya la que armó mi madre. El tutor no sabía dónde meterse para aplacarla. Mi madre es que tiene un carácter de padre y muy señor mío, como dice mi padre cuando lleva unas copas de más; si no nunca le planta cara, mi pobre. Un pedazo de pan y un sargento: eso son mis padres. Y yo un mendrugo de mucho cuidado. No se merecen lo que les ha caído en suerte. El hijo más vago del mundo. Mira que mi madre está siempre al loro con lo de mis estudios, pero no hay forma. No tengo memoria. ¿Cuándo lo va a tener que aceptar mi madre? No sé, pero berrinches lleva unos cuantos. Verás cuando llegue esta mediodía y le diga mientras comemos que D. Julián otra vez me da lengua. Y que se olvide de doña Luisa, la única que me ayudaba en los recreos con las matemáticas; me toca D. Satur, el hueso más hueso del instituto. Y educación física vuelta a tener a D. Lucas y su gimnasia cuartelera. ¿No le tocará jubilarse ya? Digo yo. No tenemos más que carcundas por todos lados. Anda que el director parece una antigualla completa. No habré pasado yo horas en su despacho escuchando sermones. Unos pocos tengo ya a mis espaldas. A ver cuándo me llegan los 16 añazos y les digo "hasta luego lucas" como se merecen. Me iré a lo grande, como debe ser. Ordenadores y he descuartizado unos pocos, pero mira, le he cogido querencia a los ratones y a esas teclas que se quedan perdidas por la clase o le saltan al ojo de cualquier profesor a punto de echarme los perros. Uf, no habremos pasado aventuras y desventuras en esa misma clase de 2º B en que me ha vuelto a tocar. Mi madre va lista durante este curso en que cumpliré los 16. De momento calma y a pasar por modosito que quiere cambiar de vida y sacarse la mala fama. A ver cuánto nos dura la careta. Yo a ponerme en primera fila y a hacer como me interesa de verdad este principio de curso. Qué le vamos a hacer si estaré rodeado de mequetrefes y mis colegas ya están currando de verdad con los pintores. Cuándo podré decir lo mismo.