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Cochambre inaudita: 15/04/07

lunes, abril 16, 2007

Marisa.

Mi madre ha tenido que presentarse en el instituto. Mira que le he pedido mil veces que no fuera, que no sé qué le iban a contar allí que no le hubiera dicho yo ya antes. Es de un cabezón, la pobrecita. Se empeña y se tiene que empeñar. Yo temblando durante toda la mañana en la clase. Me cambié de sitio a propósito y le tuve que decir a una profesora que estaba allí al fondo de la clase en completa soledad para concentrarme mejor y no dar la lata a nadie. Se quedó tan sorprendida con mi respuesta que me alabó la decisión de cambiar esa actitud negativa de la segunda evaluación, me dijo. No sé si me enfadé o puse cara de cirunstancias, pero no tuvo ninguna trascendencia y me dejó estar allí.

Cuando llegué a casa, cansada de tanto atender en todas las sesiones de clases que iba agotada psicológicamente y físicamente por la paliza que nos habían dado en educación física, mi madre se vino para mí y me empezó a decir que era la última vez que iba al instituto y la tutora le decía tanta sarta de cosas negativas sobre mí: que no hacía nada, que paseaba lo libros, que no entregaba los trabajos, que los exámenes en blanco, que no atía, que hablaba con el compañero de la derecha, de la izquierda, el de delante y el de detrás y no dejaba dar las clases a los profesores, que pitos y que flautas. Qué sé yo lo que podría soltar a bocajarro a una incauta hija que venía derrotada como ella sola.Solté mi pesada mochila y me puse a llorar como una desconsolada magdalena. Me tuve que sentar en el primer sitio que vi, porque mi cuerpo no daba para más. Me sentí como un trapo que arrojan a la basura y empecé a decírselo a mi madre que había cesado de acosarme con las acusaciones y se había desconcertado por momentos. No sabía qué le iba a prometer, no se me ocurría más que pedirle perdón por la vergüenza pasada con la tutora, por mi mal comportamiento durante toda la evaluación y mis resultados terroríficos; que mi padre aún no sabía y que entre las dos se lo tendríamos que comunicar. Ese mal trago nos esperaba a las dos y era mucho peor que tratar con la tutora, y que no sabía cómo íbamos a salir de aquel atolladero. Mi madre enmudeció y no tenía más que la mirada clavada en el suelo. Estaría pensando en cómo solucionar ese problema y pobrecita, se olvidó rápido de su malestar y decepción conmigo, de la tutora y su gesto duro al hablar con aquella suficiencia.

Me levanté y le di un abrazo lleno de sentimiento contenido. Ella me lo devolvió y vi sus lágrimas silenciosas correr por sus mejillas. Me sentí peor todavía y no tenía más que rabia por hacerle pasar tan mal rato por culpa mía.

Nos fuimos a la cocina y le ayudé con los preparativos de la comida. Mi padre no tardaría y tenía que estar todo listo para comer porque se marcharía rápido, como todas las tardes. A ver cómo abordábamos el tema sin armar un escándalo. Mejor con el estómago lleno, que le diera sueño ( por favor, mucho sueño...)y no se alterara tanto como si se entera con el hambre de lobo. Me iba a caer una buena regañina, pero me lo tenía merecido y a escucharla con resignación.

Lo que tengo claro es que no me vuelve a pasar esto, voy a estudiar como una loca en la tercera evaluación y mis padres estarán orgullosos de su única hija. Se acabó el gamberreo y si tengo que cambiar de amigos y pasarme al bando de las empollonas, pues ya está, allí me voy. Para lo que he conseguido yéndome con esos fracasados, que ni van a estudiar ni van a trabajar hasta los dieciséis y que no llevan más que disgustos a su familia. Eso es lo que no quiero para mi vida, que lo tengo todo a mi favor, mis padres que me adoran, mis antiguas amigas del colegio, que me aceptarán de nuevo, mis primas las superempollonas de la otra clase de segundo; todos me van a ayudar a conseguirlo. Ya me veo pasando a tercero de la ESO con todas aprobadas y sin acordarme más de estos malos momentos en que mi madre ha llorado de impotencia por mi culpa. Eso no se repetirá más. No merece la pena este dolor y esta tristeza de mi casa y lo evitaré en el futuro a toda costa.

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