Segunda evaluación.

Durante esta semana, puede decirse que no he hecho nada a derechas. En casa como un fiera a la primera de cambio. Con mi hermano Raúl, más cruel que nunca. Miserablemente mezquino. Le he negado todo lo que me ha pedido, el pobre. Mi madre diciéndome todo el día lo del colegio ese de las narices. Que voy a ir, que no me quepa la menor duda. Ah, pero eso será si suspend0. Todavía eso está por ver. Ya le he dicho que en esta evaluación no me va a quedar ninguna asignatura. De las seis que suspendí, por pardillo, en la primera, llevo aprobadas más o menos cuatro. Por los controles que vamos haciendo todas las semana me dicen que voy mejorando.Las matemáticas y el dibujo me traen frito. Eso ya es ciencia infusa. No comprendo nada, no me entero de lo que están explicando en clase, me voy a casa con todas las dudas del mundo y, allí ,no tengo a quién preguntar. Mi padre todo el santo día trabajando, mi madre con la tienda ya tiene bastante y Raúl es pequeño para echarme una mano. El profesor ni me puede ver. Me ha situado al final de la clase y me ha dado por perdido. Ni le puedo preguntar. Cómo me mira, si parece que me fulmina. Fue muy fuerte lo que le hice al principio de curso y me la tiene jurada. Yo lo entiendo perfectamente. En mi caso haría exactamente igual. Y no es mal tipo, pero claro, ya es enemigo de darme más oportunidades. A ver cómo hago yo para aprobar esta asignatura si nadie me lo explica. Me tendré que decidir por las clases particulares que decía mi madre. No hay otra. Ahí no vale estudiar como en las demás asignaturas, que más o menos voy pillando de qué van las cosas. Y en educación física ya soy el mejor. Todos los deportes me gustan, todo se me da bien. La gente alucina del enchufe que tengo con el profesor D. Rafael. Me pone muchas veces de modelo cuando vamos a saltar el potro, o el plinto o volteretas. Me salen geniales todos los ejercicios de suelo. Parece que toda la vida he estado pegando piruetas. Y es la primera vez que lo damos. Con el otro profesor, venga fútbol y más fútbol. Ya estaba aburrido de ese deporte. Con este nuevo, cambia la cosa, hay más variedad. Es mi asignatura favorita y voy al polideportivo encantado de la vida, a disfrutar. Sobre todo si vengo de matemáticas, que la amargura me puede allí. Cómo se puede cambiar el estado de ánimo de una hora a la siguiente dependiendo de la clase que nos toque. Pasar del más inútil de la clase, al más importante, al mejor alumno, al que se siente seguro de sus habilidades y que da el mayor rendimiento. Eso mi madre no lo valora y siempre me está diciendo que lo que vale es lo otro, las matemáticas. Pues que no se crea que voy a tirar la toalla. Aprenderlas las aprenderé, como todos, no me vaya a ver en ese otro colegio, dejando a mi gente de éste. Mis amigos son lo mejor del mundo y no quiero perderlos. Mi madre tendrá que reconocer que su amenaza me está haciendo poner las pilas, no se podrá quejar. En la segunda evaluación la espero. No va a conocer a su hijo.