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Cochambre inaudita: Nueva colocación de sitio.

jueves, septiembre 27, 2007

Nueva colocación de sitio.

¿Y el payaso de Juanma en la tutoría? Me lo cuentan y no me lo creo. No puedo con ese imbécil. ¡Y a principio de curso ya digo eso!. No sé cómo voy a hacer para sobrellevar esta carga, mejor dicho: saco de patatas a la espalda. Uf, lo que ha hecho hoy no tiene nombre. Pregunta la tutora que quién se quiere cambiar de sitio. Ella muy en plan de ayudarnos y todo eso. Maldita la gracia que me hizo la preguntita. Se podía haber preocupado por otras cosas y no por el sitio en el que nos había colocado en la primera semana de curso. Tuvo que levantarse Juanma (¿por qué tiene esa costumbre de levantarse para preguntar a los profesores? Este es un plasta). " Yo quisiera que me cambiara de sitio porque aquí no veo el encerado, no me puedo concentrar en las clases con Miguel hablando todo el rato conmigo y enredando" (¿Se puede ser más acusica y mal compañero?). Y ella, la profesora escuchando las majaderías de unos y otros. Y yo con dolor de cabeza por el ruido imperante en aquella jaula de grillos en que se convirtió la maldita clase de 1º D. Yo estaba sentada en primera fila con Olga. No nos movíamos por si las moscas. Ni piábamos. Nos encanta estar juntas y ayudarnos en las asignaturas. Desde el colegio estamos juntas y nos llevamos genial. Pues ahora estamos una en una punta y otra en la otra... Maravilloso. Y a mi lado el petardo de Juanma. Bien cerquita del encerado, para que el cegarruto este se empape de los números en matemáticas. La que me espera es morrocotuda. Desesperante el pobrecito. Y Olga ha ido a caer junto a su enemiga acérrima: Cristina de Miguel. No me podía creer lo que estaba viendo. Si hubiera ido al lado de la otra Cristina, la chica nueva que ha llegado de Madrid y se la ve maja, pero no, al lado de la repelente repetidora que suspende hasta el recreo. Qué burrita debe ser y hortera, no digamos. Olga está que trina, pero se ha callado, ni un comentario a la tutora. Ha aprendido la lección. Por protestar le podían haber puesto con Manuel Vigo, el macarra auténtico que se sienta apartado de todos, al fondo de la clase, sin llevar libro ni cuadernos y que cuentan que lleva navaja escondida. Quién sabe lo que llevará en los bolsillos de los pantalones zarrapastrosos que se pone. Otro repetidor a cual más grosero y bestiajo. Miedo me da sólo con mirarlo. Como para sentarse una todo el día a su lado. Y además es de los que tiene alergia al agua y al jabón, porque es un poema el cante que pega el chaval. Mejor así. Olga tuvo un encontronazo con Cristina en educación física porque le dijo al profesor que Cristina se había parado muchas veces en la prueba de resistencia aeróbica que ella vigilaba durante esa clase. No veas cómo se puso de gallo la dichosa niña. Que ella había hecho los doce minutos sin parar, que Olga era una mentirosa. La que liaron en mitad de la pista de atletismo mientras D. Julián anotaba el resultado de toda la clase. Las miradas asesinas se prolongaron desde ese día y no se pueden ver la una a la otra. Ahora se tendrán que sentar juntas y no harán más que ignorarse una a la otra y ya está. No como yo que con Juanma al lado no podrá hacer otra función que decirle la página que ha dicho el profesor, prestarle los ejercicios corregidos en la pizarra porque no le da tiempo a copiarlos al ritmo de los demás, porque está enredando con el sacapuntas,los lápices, el corrector, sabe Díos con qué, el muy peñazo me trae frito en un día de clase, qué será de mí , hasta final de curso con esta tortura.

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