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Cochambre inaudita: 27/11/05

viernes, diciembre 02, 2005

Pues me lo explique.

Oía un ruido mientras caminaba por la clase y no sabía de dónde procedía. Estaba tan concentrada en la explicación de un complemento en el análisis sintáctico, que casi no miraba a los alumnos de la parte de delante de la clase. Era un ruido como de bolsas de plástico y no le di la menor importancia. Seguí con la explicación y me olvidé del incidente. -¿Lo habéis entendido? ¿Si saliera en el examen del jueves este complemento, lo íbais a reconocer? ¿Queréis que hagamos más práctica? Nadie respondía. Todos miraban su cuaderno y repasaban lo que les acababa de dictar yo. Al final un alumno de la primera fila respondió. -Yo eso no lo entiendo. Me hago mucho lío y preferiría hacer más práctica. Me fui hacia la pizarra y empecé a escribir una oración simple. No habíamos llegado aún a dar la oración compuesta, así que nos limitábamos a las cuatro cosas sencillitas de los complementos del predicado. Puse una oración y empecé a hacer preguntas para que los alumnos fueran dando respuestas. Todos, o la mayoría, iban respondiendo con mayor o menor énfasis. Solo uno, precisamente el de la primera fila que me acababa de pedir más práctica, se dedicaba a sacar de una bolsa de plástico algo y haciendo ruidito estaba más pendiente de sus cosas que de lo que yo hacía en la pizarra. Todos copiaban la oración y su análisis sintáctico menos él, que estaba en otra dimensión... -Vamos a ver: tú qué estás haciendo con esa bolsa de plástico y en primera fila. ¿Me quieres decir para qué una nueva explicación si no vas a centrarte en esto y no vas a atender? -No, yo es que... se me dan muy mal las oraciones; nunca he entendido las frases y... -¿Pero has estado atento en algún momento? Es que yo si no atiendo a una explicación jamás de los jamases podré entender nada. ¿No te das cuenta? Encima molestando con ese ruido de bolsas, me parece ya el colmo. Los demás ya lo saben y tienen que oír de nuevo la explicación...y para nada. Los demás se empezaron a reír y yo, con cara de pocos amigos y estando para pocas risas me dispuse a vérmelas con Gonzalo de Berceo, que se estaba impacientando desde La Rioja y nos miraba mal al de la bolsa y a mí, por hacerle esperar desde las páginas de Literatura, robándole su tiempo dedicado ." Nada, nada, aquí vamos todos a matacaballo, menos zarandajas y más vidas de santos", más o menos me habría dicho.

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